De la rosa y el cristal

Vivo en Granada, la ciudad de luces y aguas en la que nació Federico García Lorca. Cada día recorro las mismas calles, bebo las mismas aguas y doy sombra a las mismas luces que iluminaron al poeta. Voy con frecuencia a la casa en que nació y a las casas en que vivió. Lo hago cuando acompaño a los amigos que me visitan, a los que también muestro en Víznar el barranco en el que lo asesinaron y en el que se supone que yace junto con centenares de españoles defensores de la República. He vivido cinco años en ese pueblo de las afueras de Granada a donde subo cada 18 de agosto para guardar memoria de esos asesinatos, para comer tortas de pan con sus vecinos y para —bien entrada la noche— ver bailar a las muchachas cuando los cantes gitanos del Albaicín rompen el silencio del bosque que guarda esos cuerpos. Soy científico, me dedico a investigar materiales y minerales y jamás imaginé que mis estudios me acabarían llevando tan cerca del poeta. Les cuento…

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